Infierno Grande
La personalidad argentina nos hace permanentemente demostrar ese origen en todo lo que hacemos: en nuestro modo de vivir, en nuestra forma de hablar, en nuestro trabajo, en fin, en todo. Esta es la conclusión que sacamos al desmenuzar el libro de Guillermo Martínez, Infierno Grande. Éste es uno de los primeros trabajos del autor mencionado y corresponde, el título, a un centenar de elogios de diferentes medios críticos literarios.
Es desde estos cuentos cortos que el autor se torna transparente y demuestra con cada historia una pizca de su vida. Es más claro de explicar con sólo decir que Guillermo
Martínez además de ser escritor, es matemático y práctica la docencia desde este área, al mismo tiempo que escribe cuentos como “El recuperatorio”, un relato sobre la intriga que domina a un profesor sobre una de sus alumnas.
Mas allá de las coincidencias con su vida personal, los cuentos de Martínez mezclan un estilo de fantasía, imágenes grotescamente descriptas y la locura de las mentes modernas con cuentos como “El billete de mil”, “Unos ojos fatigados”
y “La víctima”, en las que inventa historias muy simples pero que desarrolla con tanta elegancia y originalidad que aunque la idea pueda parecer “fácil”, logra captar al lector en un transe y permite digerir todos sus cuentos de una manera excelsa.
Ya desde el primer cuento, el que hace honor al título, el autor nos da el primer golpe de argentinidad, nos sorprende con un cuento de un sutil terror y simple suspenso que trata de un pueblo chico, de un infierno grande. Las páginas nos llevan a entender que el cuento es en realidad una analogía del proceso y el terrorismo de estado tratando de ocultar los asesinatos infundados que realizaban con tanta impunidad.
Además de tener cuentos muy cortos y comprensibles, este joven escritor no para de sorprender a un lector que viene ablandado por la docilidad de los primeros relatos al encontrarse con “Relatos de un piscicultor” y “Deleites y sobresaltos de la sombreridad”, dos historias muy diferentes a las anteriormente mencionadas, ya que constan de muchas más descripciones e inusuales complejidades, requieren una atención más personalizada y a un lector más compenetrado.
Y es de esto de lo que esta hecho “Infierno Grande”, una invisibilidad de lo que vendrá, el lector no sabrá con que se irá a encontrar, tendrá un vértigo permanente mientras en el libro que tiene en sus manos tenga hojas sin leer. Nunca se sabe con qué los sorprenderá Guillermo Martínez, joven, pero audaz.
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