lunes, 6 de abril de 2009

Nota sobre Historias Extraordinarias para TEA

El inexplicable éxito contado por sus creadores


“Historias Extraordinarias es la película de mi vida”


La fenomenología de una película que quedará marcada en el cine argentino como un símbolo de atrevimiento y singular creatividad en el hoy gratificante cine independiente.


“Estupenda”. “Fantástica”. En realidad es extraordinaria. Historias Extraordinarias de Mariano Llinás está literalmente fuera de lo ordinario, ya sea en formato, estilo, duración o producción. Pero lo más tangible es el tiempo. Es una película que dura cuatro horas, pero para sobrevivir en la atención del espectador utiliza recursos infalibles pero a la vez difíciles de lograr: tensión, acción, ficción, creatividad, emoción y también el humor. Historias Extraordinarias vio la luz en la edición número 10 del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) en 2008. Luego fue estrenada en octubre en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) –dónde se sigue proyectando todos los domingos- y más tarde en el Teatro 25 de Mayo. Constará en los anales del cine de estas características que hubo un director, Mariano Llinás, que creó una productora, Pampero, que no sólo prescindió del INCAA, sino que también venció las dificultades que existen de sólo atreverse a pretender éxito sin participar de la industria ni asociarse con el monstruo que hoy en día, según Llinás, rodea al cine. Pero la obra no solo consta de un relato fantástico, no es sólo una película “de aventuras” –un genero muerto según el director: “es como tratar de hacer un tango”- cuenta también con una producción musical que encaja perfectamente con la originalidad y la sorpresa que produce el film.

“La verdad es esta”

La historia en realidad son tres. El largometraje ronda durante sus cuatro horas de duración el principio y el incierto final de las aventuras de 3 personajes. Mariano Llinás, Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob cumplen 2 roles cada uno. Director-actor, camarógrafo-actor y actor-actor respectivamente.
Para Llinás, la creación de HE tiene dos claves. Primero, el hecho de creer y entender que bien utilizada la ficción se puede hacer caer a cualquier mente en cualquier juego, y así, dos personas que jamás habían actuado y uno que sí pasaron a ser X, Z y H: así denominados los personajes por Llinás. Los tres protagonistas “audazmente” jamás encontrarán sus caminos entrecruzados pero el universo será siempre el mismo, la provincia de Buenos Aires. “Me pasa algo especial con ella”, confiesa Llinás. Y cuenta que por esta –la provincia- es que nació HE. “Me iba a un pueblo y ahí pensaba y se me iban cayendo las ideas”, sigue. Pero también revela la segunda clave para la invención de la película: “el descubrimiento de Salamone”. Salamone fue un arquitecto que sembró y cosechó su obra alrededor de todo el perímetro de la provincia de Buenos Aires. Sus obras predilectas eran siempre las mismas: municipalidades, mataderos o portales de cementerios. Según el director, son “obras demenciales” y para él fueron el laberinto del tesoro que cristalizó su idea. El final de la película presenta una conclusión demoníaca acerca de la obra de Salamone en los años de Uriburu y lo plantea como una mente brillante. De allí en más se dedicó a visitarlas una por una para que empezaran a nacer las historias. En una de sus paradas, ya no recuerda si en Azul o en algún otro pueblito, se detuvo en un campo y vio una camioneta que frenaba frente a un tractor. “Ahí el gordo va a ir hasta la camioneta y va a matar al otro. Ahí va”, así comienza la película y así también la ficción de Llinás. Cada pueblo fue una historia y por ello es que el director no pudo parar de crear, 240 minutos es poco. ¿Quién diría que para poder dormir su creatividad tuvo que usar un león, un tanque y viajar a Mozambique para terminar su relato allí?

La sorpresa

Una fotografía: Mariano (Llinás) parado entre laberintos de gente que poblaron el primer domingo de octubre de 2008 la antesala del cine dentro del MALBA. Puños en alto mirando quién sabe a qué amigo. “Nada puede explicar porqué se llenó”, cuenta. Pero explica luego que, a su entender, el cine es hoy para la gente más una actividad “snob” que el disfrute del arte cinematográfico en sí. “Es más el “ir” que el “al cine”” Entonces dispara la frase que quedará en esta nota como el titular: “Es la película de mi vida”. “Al domingo siguiente se volvieron a agotar las entradas, y al siguiente, y al siguiente”. Destruye la imaginación y refuta la leyenda auto explicándose que quizás fue por proyectarla sólo una vez por semana y no todos los días como los cines comerciales. Según cifras del museo, HE fue vista sólo en el MALBA por más de 6000 personas: una función por semana. Es decir, que durante los 26 domingos que fue proyectada hasta ahora, unas 230 personas llenaron todas las semanas, casi sin excepción, la sala del museo.

El as bajo la manga

La música calma a las fieras. La indomable HE definitivamente –en unanimidad con cada opinión escrita o dicha respecto a la película- le debe mucho a la musicalización realizada por el ascendente Gabriel Chwojnik. Pero Llinás suele aprovecharlo como su jugada maestra y no es la primera vez que trabajan juntos. Lo hicieron también en el primer “éxito” del director: “Balneario”, así como en “El amor: primera parte” y “La más bella niña”. El BAFICI parece ser para estos dos su sala de ensayos y Chwojnik acaba de estrenar en él una obra musical en vivo que funciona como banda sonora para un cortometraje de Chaplin reproducida en conjunto. Según el músico, “hay que aplaudir” a los organizadores del festival ya que les “dan la oportunidad” de mostrarse y, en consecuencia, afirma que “es la primera vez que se habla tan bien de la música en la prensa”. Es entonces que se esclarecen las dudas del fenómeno HE: El BAFICI da oportunidades a los que participan de él y a sí mismo como festival, los artistas las aprovechan y la prensa publica. El boca a boca funciona como con cualquier obra maestra de perfil bajo. Aunque sus creadores hayan confesado que “el éxito siempre es inexplicable”, Llinás mismo anteriormente se contradijo descifrando la fenomenología de su propia confusión.

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